En los últimos años se ha incrementado el consumo de bebidas vegetales debido, en parte, a personas que no quieren consumir leche de vaca. Lo mismo ocurre con los derivados de la leche como yogures o quesos que son sustituidos por sus homólogos vegetales.
Esta emigración de consumidores se debe a que los estudios confirman la presencia de hormonas en la leche y sus derivados. Los lácteos de origen animal llevan muchas hormonas. ¿Qué hay de malo en ello? Tanto la leche de vaca como la de cabra, oveja o camello contienen una variedad de hormonas que pueden provocar efectos fisiológicos y patológicos en nuestro cuerpo, sobre todo en las etapas más sensibles como la perinatal y la pubertad.
En España no está permitido el uso de hormonas en ganadería pero los seres animales tienen hormonas de forma natural, que ingerimos al alimentarnos.
Es complicado especificar si la cantidad de hormonas que tomas consumiendo lácteos es en una concentración superior a nuestras necesidades fisiológicas.
Después de comprobar mediante estudios epidemiológicos estos efectos en nuestra salud, en especial los estrógenos de los lácteos, han evidenciado los efectos tóxicos de los lácteos ya que la suma de sus componentes modifica el funcionamiento de nuestro sistema endocrino y altera el crecimiento y la reproducción de las personas que lo consumen, incluso en pequeñas dosis.
La leche de vaca está pensada para que su ternero crezca con rapidez y pese aproximadamente 100 kilos en un año. ¿Has observado cómo crece y engorda un niño que se alimenta de forma exclusiva con leche de fórmula? Las leches de fórmula están hechas a partir de la leche de vaca.
Casi todos los alimentos de origen animal contienen el tipo de estrógeno más activo (17-beta estradiol o E2). Se encuentra sobre todo en la leche y la carne de cerdo y ternera.
En las dietas occidentales, el 60-80% de los estrógenos consumidos proceden de los productos lácteos.
Todos los animales tienen los estrógenos que también fabricamos los humanos y están presentes tanto en la carne como en el músculo del animal, la grasa y el hígado, especialmente de vaca, cerdo, jabalí y ternera, siendo más abundante en los animales adultos que en los jóvenes.
Las hormonas que se consumen a través de la leche son:
✓ Fitoestrógenos: componentes que imitan la acción de los estrógenos.
✓ Factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1): hormona anabólica que estimula el crecimiento, por lo que estimula la proliferación de células. Se asocia con el cáncer de páncreas, colon, endometrio, mama y próstata.
✓ Prolactina: aunque los estudios aún no han llegado a un consenso, la mayoría concluyen en que la prolactina nos afecta.
✓ Prostanglandinas: a dosis altas provocan inflamación grave, sobre todo inflamación y dolor articular y de cabeza.
✓ Glucocorticoides: concretamente cortisol y corticosterona. Afecta principalmente la ansiedad o fatiga crónica, sumará cortisol al estrés que tú generes a diario.
✓ Andrógenos: puede provocar exceso de hormonas masculinas en las mujeres que consuman leche, este exceso provoca síntomas como SOP (síndrome de ovarios poliquísticos), problemas de fertilidad, acné, dermatitis seborreica, hirsutismo, caída de cabello, cabello graso o vellos que se enquistan.
✓ Progesterona: ejerce funciones importantes en la reproducción, ovulación, embarazo y glándulas mamarias.
El exceso de hormonas (sobre todo estrógenos) puede provocar problemas graves como infertilidad, menstruación precoz, dolor menstrual, miomas, mamas fibrosas o, en el peor de los casos, cáncer de mama.
Si las bebidas vegetales no son lo tuyo pero te preocupa lo que has leído en este post, te recomiendo consumir lácteos de cabra. Los lácteos de cabra, oveja y vaca contiene, por este orden, de menor a mayor cantidad de hormonas.
La FarmacÉutica y nutricionista Laura Salud nos lo cuenta
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