Los radicales libres son los residuos que se generan en nuestras mitocondrias al formar energía, imprescindible para vivir (respirar, pensar, digerir, correr, etc).
El secreto para que nuestro cuerpo pueda formar gran cantidad de energía radica en su capacidad para hacer correr a toda velocidad a los electrones en la cadena respiratoria hasta que son frenados por el oxígeno, que hace de receptor y los acepta. Este proceso es tan violento que, a veces, el flujo de electrones altera la estructura del oxígeno, haciendo que contenga un número impar de electrones. Cuando esto ocurre, el oxigeno se convierte en una especie reactiva o radical libre (sus siglas en inglés, ROS).
Un radical libre es como un niño con hiperactividad en una juguetería. No pueden parar de trastear con todo y dañan todo lo que tocan. Son moléculas altamente reactivas que reaccionan con todo. Pueden atacar biomembranas, enzimas, proteínas, lípidos e incluso el ADN nuclear y mitocondrial, generando estrés oxidativo.
El estrés oxidativo conduce a la célula a un envejecimiento prematuro o a ciertas enfermedades como el cáncer o el Alzheimer.
Estas sustancias no tienen por qué ser dañinas. Necesitamos cierta exposición ya que actúan como mensajeros químicos. En cantidades pequeñas, ayudan al cuerpo a entrenarse frente a amenazas.
Los radicales libres se convierten en un problema cuando se producen demasiados y/o fuera de las mitocondrias y, además, no pueden eliminarlos los antioxidantes tras cumplir su función.
Los antioxidantes son los encargados de neutralizar a los radicales libres.
La mitocondria es el lugar donde se deberían de producir la practica totalidad de radicales libres, ya que sus membranas están preparadas para contenerlos y es donde los antioxidantes son más efectivos neutralizándolos.
Los radicales libres actúan como bombas de relojería y deben ser desactivados por los antioxidantes. Lo logran porque son moléculas que pueden donar un electrón a un radical libre sin volverse inestables, de modo que consiguen que el radical libre se estabilice y se vuelva menos reactivo.
La clave está en un equilibrio entre la producción de radicales libres y la generación de un flujo de antioxidantes adecuado.
La FarmacÉutica y nutricionista Laura Salud nos lo cuenta
View this post on Instagram